domingo, 31 de octubre de 2010
"Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas"
Uno se encuentra arrojado en un mundo ya pre-comprendido. Cortázar ya nos mostró lo complejo que es todo el proceso de subir una escalera y nos dimos cuenta de lo fácil que es siendo muro de cristal.
El tema de conversación más recurrente de este fin de semana, a parte del cine, la complejidad y la misma búsqueda de las relaciones sociales auténticas, ha sido hasta qué punto podemos hacer más grueso este muro. Me explico: uno puede llegar a considerar necesario el orden establecido de sus bienes o, decidir ser el dueño de esos y por lo tanto, de su uso y su colocación. Dentro de la gamma de grises infinita que una clasificación supone y siendo consciente que no se puede generalizar, tenteando hacer etología cotidiana, establecimos que hay un tipo de personas que tienen esa necesidad de tenerlo todo ordenado hasta convertirse en esclavos de ese mismo orden y otro tipo que sólo considera que los objetos son de su propiedad y que, por lo tanto, puede hacer con ellos lo que quiera.
El primer tipo, acepta dogmáticamente esto que Cortázar llamó el muro de cristal, es decir, el uso que tienen, algo impuesto por su cultura y sociedad y, además, la situación que ellos como propietarios le han establecido. Así pues, la televisión sirve para mirarla, la pecera debe estar colocada al centro de la mesilla con el tapete que sirve para decorar, doblado por la mitad, los vasos sirven para beber agua y van en el tercer estante del armario que queda al lado derecho de la nevera. El segundo tipo, sabe para qué sirve la televisión, la nevera, el tapete y los vasos y es consciente, como el otro, que todo eso es suyo. Aún así, la diferencia con el otro tipo radica en que el uso no se le impone sino que lo impone: si no tenemos peces, podemos utilizarla para guardar caramelos, los vasos pueden quedarse días encima de la mesilla dónde está la pecera y el tapete puede ser usado también para no rayar sus cd’s o para cualquier cosa, según le convenga.
Aquí podemos introducir a Heidegger: hay algunos que aceptan sin reflexión las significaciones del mundo vida y hay otros que son conscientes de lo que significan los entes de este mundo vida y es capaz de cambiarla si les interesa. En el primero, es el objeto y en el segundo es el cerebro humano quién controla.
Se presenta de forma evidente que el segundo tipo es una persona más autónoma, más desligada de las imposiciones de la sociedad y, por lo tanto, digamos, más libre. Como en el mundo de las pasiones, hay quién sabe de su temperamiento e intenta apoderarse hasta convertir en costumbre, mediante la repetición, aquello que le da placer y hay otro que se deja determinar por ellas de forma turbadora siendo incapaz de conocerse a si mismo, hacerse a si mismo de forma intransferible y finalmente, ser un poco más feliz (si feliz entendemos aquí algo así como paz del alma)
Para mi ha sido un placer compartir este fin de semana con una persona que es dueña de si misma, que usa los objetos para lo que a ella le interesan y que siente esa aburdidad que el mundo (en este caso, el de su hermano) le impida comer en el suelo cuando a ella le plazca.
Silla, sofá, vaso, cuchara, alfombra, manta, ducha, cama… son conceptos inventados por el hombre para poder vivir pero, por ser humanos y por lo tanto, históricos y sociales, no tenemos, en situaciones dónde no provoquemos prejuicios a nadie, por qué tomar sus significaciones como exigencias. De la misma forma, para evitar sentimientos de responsabilidad que provocan a menudo los de culpabilidad, creo que debemos evitar sumarles exigencias que provienen de nosotros mismos y augmentar lo que es ya de por si irrisorio.
Llamamos para saber dónde había guardado su portátil, queríamos ver una peli y compramos maíz para hacer palomitas. Cuando llegamos a casa, nos dimos cuenta que habíamos comido dos días delante de un televisor del que no habíamos percatado su presencia e hicimos las palomitas en una olla porqué en la cocina dónde habíamos preparado nuestras comidas no había microondas.
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