sábado, 9 de noviembre de 2013

Excentricidades XXXVII- XXXVIII

XXXVII. Ayer el pánico me invadió hasta convertirme en una piedra negra puesta sobre mi cama. Tenía miedo de lo que había sentido la noche interior. Tenía miedo del olvido de lo que habíamos compartido, del condenado silencio. Tenía miedo de perder tu deseo. Tenía miedo de haberte demandado y de esperar sin respuesta tu donación. Tenía miedo de convertir mi amiga en una mujer. Tenía miedo de no poder hablarte más. Hoy, estoy serena, creo pensar racionalmente, y he decidido no esperarte más. He decido romper todos los lazos de poder enfermizos e intento redirigir la mirada hacia otros parajes que el velo de tus palabras y mi acuerdo habían creado. Tenía miedo de haber perdido el control. Tenía miedo de haberte donado la integridad de mi deseo. Tenía miedo de la alienación absoluta. De un luto injusto.

XXXVIII. Vienes a conversar conmigo para compensar la falta de atención de ayer y me das un abrazo lleno de ternura y compasión. Me amas, me anulas, me cuidas, me llenas de afecto, conjuras el pasado, apelas al deseo, me amas y me anulas, me ignoras, me cuidas, me trabajas, me follas, me amas, me anulas, me ignoras, me seduces, me amas, no me escuchas, me buscas, me quieres como papá,  te escondes, las follas, no vuelves, me tocas, me juegas, me dices....pero no preguntas. Y esto parece ser lo más de las nuevas relaciones afectivas. Yo sólo me veo dentro de un juego perverso en el que me conviertes sin descanso de santa a punta y de puta a santa.




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