Te escucho sumisa y solícita hablar de tu vida
Carente de tanto tiempo condensado,
cierro los ojos y en ella me albergo
A ella silenciosamente codicio
Siempre insatisfecha entre tus brazos
quiero empaparme de tu nostalgia
revivir contigo todas tus mañanas
sufrir el mismo frío que pasaste ese invierno
Sacralizamos juntos
todos tus recuerdos
Tu disfrutas contando
mientras yo intento trasladar mi ser
en esos momentos irrepetibles
Cuánto me he enamorado de tí…
Tanto que lamento no haber compartido todas tus sonrisas
De no haber pisado contigo los lugares que has recorrido
Ni haberte besado en ese bar que tanto te gustaba frecuentar
Deseosa de apoderarme de aquello que no puedo
alargo demasiado mis dedos
Extiendo y deformo mis brazos
Dilato ardorosa mis pupilas insaciables
Desfigurándome de miedo y asombro
Por suerte tu no me ves
Porque estás distraído
Recordando el sabor de esa cerveza
El nombre de ese mar
Luego tu te vas como una nube de humo
y me dejas empapada de tu perfume
perdida en el acto fallido de vivirte entero
loca por volver a intentar gozar lo inalcanzable
Fascinada y suspendida te miro,
desde a lo lejos me descubres
y, en el enlace de miradas,
me ofreces una sonrisa tan sincera
que me azora, me aprieta, me turba
y te la devuelvo, quebrada
Dicen que en la calle virgen de Nieva -la más corta de Madrid- viven dos poetas
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