miércoles, 24 de marzo de 2010
La trascendence de l'Ego (J.P.Sartre)
[...] Ahora bien, mi odio se me aparece al mismo tiempo que mi experiencia (conciencia instantánea) de repulsión. Pero aparece a través de esa experiencia. Se da precisamente como no limitándose a esa experiencia. Se da en y por cada movimiento de disgusto, de repulsión y cólera, pero al mismo tiempo no es ninguno de ellos; se les escapa afirmando su permanencia. Afirma que ya aparecía ayer cuando pensé, con tanto furor, en Pierre, y que aparecerá mañana. Por otra parte, opera por sí mismo una distinción entre ser y aparecer, puesto que se da como que sigue siendo aun cuando esté absorto en otras preocupaciones y que ninguna conciencia lo revele. [...] El odio es una creencia para una infinidad de conciencias (espontáneas) coléricas o repugnadas, en el pasado y en el porvenir. Es la unidad trascendente de esta infinidad de conciencias. De este modo, decir "yo odio" o "yo amo" en ocasión de una conciencia singular de atracción o repulsión, es operar un verdadero pasaje al infinito bastante análogo al que se opera cuando percibimos "un"tintero o "el azul" del secante.
No es necesario más para que los derechos de la reflexión queden singularmente limitados: es cierto que Pierre me repugna (ahora), pero es y quedará siempre dudoso que lo odie. /es cierto que Pierre me atraiga (ahora), pero es y quedará siempre dudoso que lo ame/
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