En realidad no sé por qué motivo.
¿Por qué pasa esto?
Buena pregunta.
Señorita, vayase usted otra vez sin
respuesta.
Lo único que puedo darte es otra
oportunidad para llegar a lo mismo.
Si me visitas más,
Puede que deconstruyas con tantos vacíos
Esta cosa que has construido de ti.
Y en esos momentos, entre encuentro y
encuentro
Cuando no estás tumbada a mí merced
Verás que te he dado algo en este
silencio
Y me amarás llena de agradecimiento.
Sin embargo, cuando vuelvas
No busques encontrar esta complicidad que
aquí te confieso
Porque para hacerte libre
Debo mantenerte en el desamparo.
Sé lo frustrante que es.
Tantas veces nos hemos mirado.
Seguramente porque es una pena
Que para ayudarte
Deba desaparecer.
Y lo que faltarán siempre serán las
palabras.
En los divanes y las despedidas.
Véte.
No puedo abrazarte.
Mis ofrendas son sacrificios.
Crear el espacio en el que puedas decirme
algo.
Visitas, visitas indefinidas.
Más y más ficciones.
Y abandonos, frustraciones,
Bendiciones.
Sin verte estoy tan cerca y tan lejos.
La semana que viene, no importa cómo.
Mirando al techo, tocándome el pelo
Dejándome poseer.
Ser otra por fin tumbada sobre esa
oscuridad.
Y una confianza ciega
En algo que no puede funcionar
Y que por eso, ¿verdad? Funciona.
Algunas verdades descubro.
Tu saber… presupuesto.
Es lo que yo pienso.
Pero me enfado porque no me nombras nada.
Y me repites para señalarme aquello que
no quise escuchar de mi misma.
Un eco perturbador.
Un hombre escondido.
Un ruido…de vez en cuando…
¿Por qué ocurre esto?
Hoy no pude,no pude hablar.
Quiero decirte algo y no sé lo qué es.
Por eso no podía hablar.
Quiero decir algo que no tiene nombre.
Y espero que tu lo sepas.
Y lo reveles, algún día…
Qué ingénua.
Este es el mecanismo.
Señorita, váyase. Terminó la sesión.
Váyase consigo misma.
Yo no voy a llenar nada.
Genero vacío, y lo sabes, por eso vienes.
Lo sé.
Quiero confesar…lo inconfesable.
Me hago incomprensible allí, dentro de ese
cuarto blanco que huele tan bien.
Que no es mi casa.
El decir bien aquello que quiero decirte
Me impide hablar de lo que no sé que
quiero decir.
Rebiento. Me da rabia, digo. Estúpida.
No dices nada. No descubres nada.
Silencios insoportables.
Te mueves, lo oigo. ¿a propósito?
Nunca voy a saber nada y la respuesta no
está en ninguna de las preguntas que podría imaginar hacerte. Y en ese reducto
abominable ocurre algo tremendo. Estoy aquí, escribiendo locuras, porque tu me
has preguntado lo mismo que yo había dicho.
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