sábado, 11 de febrero de 2012

El perfecto amor como imagen y semejanza de ti mismo en el otro

Ella es tu propio espejo
Dónde necesitas siempre mirarte.
En su ser proyectas el reflejo
No el hombre
que eres
Sino la imagen perversa
Del amante que quieres ser.

Con soberbia satisfacción
Posas frente a ella
Situándola de pie
Que es cuando puedes verte entero.

Ella es el soporte inconfesable
Que aprueba, legitima, engrandece
Y perpetúa
Tu gran mentira
Para poder amarte.

A ella amas pues
Porque en ella te amas.

Cada noche haces el amor contigo mismo
Dentro de un cuerpo desalmado
Que quiere ser igual a ti
Porque solamente alguien que idolatra
Puede abnegarse y desempeñar
Cual muerte absoluta
Semejante función de espejo.

No ser nadie
Y querer ser otro.
Ser alguien
Y no querer serlo.

La visagra es el rechazo.

Ella, para conservar tan loable posición
Debe estar a la altura de este rey.
Merecer el estatus de reina
ser el desdoblamiento de ti mismo.

¡El amor!
¡Qué plena identificación!
¡Qué pliegue tan atroz!
En una falsa imagen
de un ciego y necio Narciso.

Déjame que te lo diga:

Tu fátuo amor es pura violencia de lo eterno
Apresado y esclavizado
Por un orden de impasible perfección
Desplazado en otro cuerpo maldito
Que es a su vez,
Calladamente torturado.

Y le pregunto al destino:

¿Cuánto más durará esta monstruosa maquinaria antes de que la frustración, lo deshonroso que late en vuestros silencios y la repetición de lo mismo...acaben por hacerla estallar?

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