Súbitamente emanas del café
delicioso regalo de la nada
que empapas todo el aire con tu olor
impidiendo al tiempo respirar.
Vívida y huidiza verdad
que en silencio codicio
entre las falsas sombras
de lo pensado.
Una deliciosa ofrenda
que juega en condensar mi tiempo
cuando estoy distraída
y que ya se escurre,
maldita caprichosa,
por la ventana entreabierta.
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