viernes, 7 de octubre de 2011

Publicarlo es enterrarlo II

El hechizo.

Tus alentados besos
atraviesan impúdicos
los misterios de mi temerosa alma
expuesta desnuda
en la entrada oscura de mis entrañas.


En ellos, ante tu alma imperturbable,
se deja, excitado, profanar mi ser.


Libremente,
Tu terrible y callado deseo
lame, se embulle
y somete,
cruel y obsceno,
el lecho de mis palabras.


Me desencantas.


Saciada la pasión,
Despegas tus garras
Abandonas lo entregado
Y huyes cual cobarde
ante mi mirada que te exhorta una verdad
que prefieres obviar.


Siempre vuelves a tí
Guardándote de cualquier peligro
Sin reconocer lo acaecido.
Entregas los hechos indefensos
al insaciable y cruel tiempo
que todo lo engulle
y todo lo olvida.


Escondiendo tu secreto,
Me excluyes, me condenas,
A ser tan sólo para ti
un ser de tus antojos,
un capricho desdichado,
un cuerpo sin derecho a ser recuerdo.

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