domingo, 20 de marzo de 2011

La Escritura de Sí. Michel Foucault

Por coincidencias fortuitas en las que creer en el destino puede ser una posibilidad para comprender lo ocurrido, uno oye y recibe sentencias o discursos que se inscriben perfectamente en su circunstancia particular y que por eso mismo, le penetran hasta lo más hondo de su ser. Como veremos, ésto es un momento de la escritura de sí, según M.Foucault, como ejercicio de producción de verdad en el sujeto. Es más, podréis constatar que este mismo texto que redactaré, como escritura, es otro momento de la “escritura de sí” que debe acompañar al primero, la escucha como recepción del legado intersubjetivo. Bref, que con este texto, ejercitaré lo mismo que trataré: el tema de “la escritura de sí”.
Mi último texto en este blog planteaba la necesidad de una suerte de superfície, un sujeto en el fondo, en la que los temas de los que hablas, las lecturas que haces, las clases a qué asistes… deben poder retenerse y asimilarse. Días después, una compañera de clase hizo una exposición sobre “La Escritura de Sí” en Michel Foucault, una reflexión sobre los ejercicios de lectura/escritura/escucha como prácticas de sí en la estética de la existencia. Y en esa exposición descubrí que esa superfície de la que hablaba, lo que se tiene que embellecer, el ahí dónde lo leído y escuchado debe “escribirse”, es mi propia existencia.
Foucault estudia la “escritura de sí” como práctica en la estética de la existencia griega. Ahora bien, no quiere hacer una historia de las prácticas de sí sino demostrar la contingencia del presente mostrando que las prácticas éticas y su sujeto correlativo son siempre históricas y que pueden estar sujetas a cambios. Esto define la genealogía a diferencia de la génesis. Nos hará ver que el sujeto no ha sido siempre sujeto de verdad, como ahora lo concebimos. Ese sujeto que contiene la verdad como algo oscuro y a descubrir apareció después ya que en la antigüedad, había otra relación entre verdad y sujeto: la verdad lo produce.
Es en este contexto de la antigüedad, dónde la verdad produce al sujeto, cuando la escritura de sí adquiere importancia. La exigencia de Foucault por constatar que la noción de sujeto fundamento, nacido en la metafísica del alma cuyo origen es el Alcibíades de Platón pero que se instauró en el cristianismo y pasó por la Ilustración y llegó hasta nuestros días, nace de una necesidad: la liberación del sujeto objetivado porqué bajo esta ficción, éste queda sujetado a los dispositivos de poder y a sus prácticas descursivas que lo convierten en un mero efecto de sometimiento, producido por algo otro que sí mismo. A saber, postular una interioridad objetivada del sujeto, como algo escondido y oscuro que se debe revelar, hace posible los discursos de las ciencias humanas, cómplices de las disciplinas como la criminología o la psiquiatría, hace posible el ejercicio de un cierto biopoder (poder sobre la vida: análisis médicos, medicalización, internamiento, sometimiento a prácticas disciplinarias, etc)
Bien, y ¿qué relación hay entre las prácticas de la verdad en la estética de la existencia, el hacer de la vida una obra de arte, y la escritura de sí? La tesis fundamental de Foucault consiste en afirmar que en la filosofía antigua, la verdad producía al sujeto y esta verdad misma, estaba producida por la intersubjetividad. La función de la escritura era transformar los discursos recibidos en principos racionales de acción y por lo tanto, era una transformación de un discurso ajeno a una verdad del sujeto, en un ethos. Según Foucault, esta producción del sujeto cuando asimila los discursos recibidos, tiene lugar por medio de dos formas de intersubjetividad: la relación con la tradición mediante lecturas (los hypomnemata) y la correspondencia (no voy a tratar esta última)
Voy a describir la experiencia de la escritura en el sujeto antiguo y después, la voy a comparar con otra completamente diferente, a saber, la de las prácticas ascéticas durante el cristianismo que presuponen una objetividad, una alma, en el sujeto. Primero, los hyponemnata, són una techné que producen un ethos. Tal y como ya he explicado anteriormente, el sujeto no tiene un carácter, unas cualidades o características del alma sino que es algo que se produce y los hypomnemata serán una de esas técnicas para ejercitar el arte de producirse. Los Hypomnemata eran prácticas para el ejercicio de la memoria como la colección de citas, de fragmentos de textos, de experiencias vividas a las que uno podía, así, tener acceso y recuperar cuando quisiera y que servirían de material para su producción escrita. Además, mantenían vivo el principio de acción racional porqué constituían orientaciones para la toma de decisiones y el ejercicio de una voluntad determinada con razones propias. Vemos que la tradición, lejos de ser algo en desuso por haber pasado de moda, en la antigüedad tenía un valor esencial para constituir este logos bioethicos.
Ahora bien, tal y como ya he planteado antes, debemos responder cómo éste legado intersubjetivo produce subjetividad sin sujeción, es decir, debemos resolver la paradoja de que las lecturas o lo que sería ahora la asistencia a clase, no produce un sujeto sino que es el sujeto mismo, leyendo o oyendo, que constituye su propia verdad. Asimismo, resolveremos la segunda paradoja: cómo la intersubjetividad puede producir subjetividad. Bien, Foucault resuelve las paradojas afirmando que la lectura siempre debe estar asociada a la escritura para que no se produzca un proceso de sujeción. Los hypomnemata deben ser el material dónde se parte para producir los propios discursos. Tanto la escritura como la lectura, tienen sus peligros si se practican por separado y con exceso. La escritura agota, es decir, se pierde el contenido cada vez que se hace un ejercicio de estilo. Y, por el contrario, el exceso de lectura dispersa: “Si uno pasa sin cesar de libro en libro, sin detenerse jamás, sin retornar de vez en cuando a la colmena con su provisión de néctar y, por lo tanto, sin tomar notas ni constituirse por escrito un tesoro de lectura, se expone a no retener nada, a dispersarse a través de pensamientos diferentes y a olvidarse de sí mismo” La escritura es el espacio de apropiación de la lectura (y también de la escucha): no recogemos todo lo de la tradición sino aquello que nos interesa, aquello que complementa nuestros pensamientos o que los enriquece; las sentencias que leemos deben estar siempre inscritas en una circunstancia particular insustituible en la cual tomaran sentido. Hay pues, dos procesos de unificación de la lectura en la escritura y que producen el sujeto sin sujeción: con la escritura primero se constituye un principio racional y segundo, se constituye una identidad singular. La escritura como asimilación de lectura es una práctica de sí, de producción de subjetividad y a la vez un ejercicio de embellecimiento de la existencia.
En contraposición a esta escritura de sí productora de verdad en el sujeto existe otra práctica de la escritura que presupone la existencia de una verdad interior que el sujeto debe tener que asumir, revelar ante sí mismo y ante los otros y esencialmente ante Dios. El ejemplo es de la vida de San Antonio descrita por Aramasio. En su escritura, intenta iluminar su interioridad, concebida como algo oscuro que debe reconocer; la escritura es una forma de tomar conciencia del pecado, ante sí y ante los otros. Como revelación de los movimientos del alma, como materialización de los sentimientos más profundos y vergonzosos, también tiene el papel de confesión y , finalmente, tiene el papel de prueba de verdad, de poder acabar con el demonio que quiere poseer su interioridad y que si no lo ilumina, podría acabar dejándose llevar por él. Podríamos establecer una continuidad entre este ejercicio y el de la práctica de escribir en un diario íntimo, porqué ahora mismo aún se conserva esta noción de sujeto que contiene una verdad que debe revelar, noción que Foucault, como he explicado en el principio, intenta deconstruir.
Ahora podéis comprovar lo que he explicado justo en el inicio del comentario: primero escribí un texto indagando sobre la “superfície” dónde lo que me interesaba debería incorporarse (circunstancia particular) Días después, escuché esa exposción oral y sentí como hablaban de lo mismo pero en otras palabras y decidí pedir el texto escrito (momento de relación intersubjetiva). Finalmente, he redactado mi propio comentario como un ejercicio de producción de subjetividad, de mi propia verdad.

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