XVII. Cuando uno descubre que el gesto del otro que inicialmente parecía azaroso, maravilloso, radicalmente cotidiano e íntimo, se repite como un ritual, en un contexto concreto, cada cierto tiempo, con las mismas ramificaciones atmosféricas y conversacionales, sólo tiene una palabra en mente: SINIESTRO.
XVIII- La repetición continuada convierte lo familiar en algo extraño. (véase XVII) O las noches en vela.
XIX. Cuánto más conozcas los códigos, más esperarás escondido a que la tempestad acabe y salga otra vez el sol. Que el terrible bebé se haya, por fin, dormido. Salir corriendo y dejarle sin comida.
XX. Claman a través de su música, sus palabras, sus ruidos, sus gemidos... de forma ridícula, indirecta, cobarde, infantil... la admiración que necesitan para cubrir sus engaños. También quieren que el "outsider" se autocastigue con la culpa, pero él está muy lejos; les atraviesa más allá de sus valores, feliz de haber cruzado campo a través en vez de seguir el camino tomado. No le despiertan nada a parte de risa. La figura del loco, tantas veces reivindicada...se inventa en lo cotidiano.
XXI- Por fin, espectador. Feliz de haber bajado del escenario. Impaciente en la butaca más cerca de la puerta de entrada. Las luces se encenderán en breve.